viernes, 29 de agosto de 2014

La voz en mi cabeza

En la hora más calmada de todas las horas, es que comienzo a escuchar de nuevo en mi cabeza la poderosa voz familiar de siempre, la que alienta locuras, aunque también plante dudas, la que de vez en cuando insita a proezas, otras veces vislumbra grandezas y de palabra en palabra va siendo la conciencia de la vida. La voz que los días agitados mimetiza entre el ruido y la distrae entre los tumultos engreídos. Es ella como un polo a tierra que a veces se despega del suelo, pero llega el alma y la recupera, como si fuera imprescindible para discernir entre el bien y el mal, para arbitrar los pasos y presupuestar las alegrías y los fracasos. Para escucharla es solo cuestión de no pensar, de sentarse sin mundo y sin nada, solamente a contemplar.

domingo, 24 de agosto de 2014

Por fin respirar

Es pasar por las nubes y extasiarme con el aroma del viento, encontrar en mi vuelo cómplices y estrellas brillantes. Es fluir en perfección con el universo, dejarme llevar, caer de espalda al vacío y flotar sin temor en los brazos de la noche. Es divisar el horizonte bañado de sueños y tomar una pausa larga que no pregunta por mañana. Es sonreír con alegría y ponerle la cara al presente, es saborear los besos y llevarlos impregnados en la frente sin pedirle permiso al amor, sin prisa y sin temor. Es entregarse al momento sin pedir nada y recibir a cambio la paz y la fe, las ganas de creer y respirar, por fin respirar.

jueves, 21 de agosto de 2014

Mientras haya vida en el aire

Y me atrevo a navegar en aguas claras, yo, un habitante de sombras, un pariente cercano del submundo. Y me transformo en sonrisas, yo, un portavoz del reino lúgubre de las sombras. Y me derramo en elogios, yo, quien encuentra en al acido un néctar con matices digestivos. Probando el abismo de las multitudes, un taciturno errante que deambula con mirada tierna entre los reinos de las voces sin alma, de las almas sin fuego, de las gargantas sin eco. Tomo nota en cada esquina vacía y le reprocho a la amnesia de mi corazón mis tropiezos itinerantes, mis suspiros acallados. Soy la misma bestia, con mas pasos y menos palabras, soy un agujero de luz en el cuarto vacío del eterno silencio, donde las pelusas del tiempo no se asientan, mientras haya vida en el aire.