Líneas rectas que se hacen curvas con el transcurrir del tiempo, verdades adaptadas a los miedos, los propios, los prestados, los ajenos. Mentiras aceptadas por voces que escogieron no hablar, el desfile de irracionalidades apaciguadas por los corazones bondadosos, por los sueños dormidos, por la sedes postergadas.
Miradas que no brillan de tanto brillar, agotamientos, dolores, fervores y deseos enmascarados. La respuesta de cada pregunta habita en la pausa que le precede antes de existir, la rabia no prescribe medicinas para la felicidad, el anonimato a veces es un lujo autodestruido. Líneas rectas que tambalean los espíritus, mientras queda solo el sabor de un buen vino que acompaña este cuento entre lo real y lo dormido