"Estaba fabricando una retahíla de sueños en mi mente pero no sabia si estaba dormido o despierto, de repente escuché mi propia voz hablándome en medio de la oscuridad con la paz de un milenio y la sonrisa de la sabiduría. Me decía que la calma construye constelaciones, la bondad derrite corazones y el cielo nunca duerme ni se cansa de mirarnos. Acerté a cerrar mis pupilas para escuchar mi alma. Y allí, en sus profundidades, encontrar el eco de esas mismas palabras guardado en mi baúl personal de tesoros. Justo en ese momento supe que siempre habían estado allí, desde el principio".
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