sábado, 3 de noviembre de 2012
Una tarde más
Se me esconden los papeles pues tal vez no me crean digno de mancharlos con recuerdos. De un hilo sin forma, en el horizonte blanco de un instante, se acarician las nacientes formas de un primitivo sentimiento: mi sentimiento.
Con la primera letra se desencadenan mil universos y la enfermedad lírica se agudiza en extremo, después de haberse incubado por meses en el silencio.
Un habitante de la morgue del sueño eterno: la vida. Un testigo de un lapso vital que hoy prescinde de sus dueños.
Cada paso es un abismo con nombre propio y del aire que se respira emanan pasados ya caducos que van construyendo los senderos.
Una vida es un paseo corto, una invitación pocas veces aceptada para abrir los ojos y volar despierto. Pero somos sonámbulos por las calles, los hospitales, los colegios. No nos conocemos y de memoria lo aprendemos.
Desafiar la gravedad horizontal que nos hace viejos, es incluso más difícil que la que nos pega al suelo. Somos racimos del mismo árbol, cargados de furia, amor, ingenuidad y madurados con miedo.
De vez en cuando una tarde lo detiene todo y el sentido posa desnudo dejándose plasmar en el lienzo. Cómo empezó todo esto? Alguien de verdad se ha detenido a entenderlo? Somos hijos del universo, huérfanos del tiempo, aves con rumbo programado, perdidas en su vuelo. Hay un gusto escondido en las derivas de cada silencio, hay preguntas sin respuesta, hay dolores sin consuelo.
La lista de verdades se multiplica escondida de todo aquel que la indaga en sus adentros, las sonrisas son corazas, el amor distrae el cuento. No hay papeles tan extensos, no hay palabras tan perfectas, no hay poetas tan sabios, ni locos tan cuerdos.
Es una obra de arte que nace del barro, es tan solo una tarde más, donde la calma nos hace más humanos e imperfectos.
www.alicastro.com/diario
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