Respira el alma cuando nadie la escucha, palpita el corazón cuando es anónimo, piensa la razón cuando se distraen los tabúes. Sinfonía de voces ocultas, matemática de la imprecisión, el arte de habitar los vacíos que nadie ve, que esconden todo. Vuela un fantasma hecho canción por el aire de un recinto oscuro, dejando tejido a su paso una cola de luz tan brillante que retumba en los oídos. Es la voz oculta tras la simplicidad de lo imperceptible, el deleite de un paladar que saborea momentos. Una nostalgia sin razón que se llena de imposibles planeados. El resumen de los días agotados, la memoria de quien solo sabe olvidar y lo disfruta. Ese momento entre lo que fue y lo que nunca será, ese minuto presente postulado a la indiferencia cotidiana de la mañana. Ese vaivén de sonidos que lo explica todo sin malgastar una sola palabra. Es el ahora, que escribe sin dudas, todo lo calma y la vida solo escucha. Regálame un silencio y saborea mis versos, no tienen sentido si no lo has sentido, es retar la muerte, es estar vivo.
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