Ese roce de frío en una mañana perfecta, ese sorbo de cafe negro que despierta el alma, ese recuerdo profundo de aquel manantial de sonrisas, ese beso aun húmedo en mi boca, ese salto de fe que llena el corazón. Ese pensamiento profundo rebosando de vida, este pecho que retumba, esta profunda alegria, es saber que entre lo bueno y lo malo, el camino sigue escrito y se escribe a cuatro manos.
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