Vienen y van los episodios de la vida, los seres desfilan, los sentimientos se cuelan, los años facturan, los apetitos se calman, las batallas se pierden o se ganan, las raíces se entierran, los atardeceres se apagan, las madrugadas se encienden, la piel se quema, las palabras se escriben, las canciones brotan, las risas se enternecen, los besos se aprecian, los atajos se evitan, las mentiras se delatan y el corazón se ensancha. Todo mientras el tic tac infalible del verdugo del tiempo pretende dictar las escenas de nuestra vida en su ritual mecánico de aniquilación progresiva. No hay prisa que valga lo que una vida, lo que un sueño, lo que un amor.
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