viernes, 29 de agosto de 2014

La voz en mi cabeza

En la hora más calmada de todas las horas, es que comienzo a escuchar de nuevo en mi cabeza la poderosa voz familiar de siempre, la que alienta locuras, aunque también plante dudas, la que de vez en cuando insita a proezas, otras veces vislumbra grandezas y de palabra en palabra va siendo la conciencia de la vida. La voz que los días agitados mimetiza entre el ruido y la distrae entre los tumultos engreídos. Es ella como un polo a tierra que a veces se despega del suelo, pero llega el alma y la recupera, como si fuera imprescindible para discernir entre el bien y el mal, para arbitrar los pasos y presupuestar las alegrías y los fracasos. Para escucharla es solo cuestión de no pensar, de sentarse sin mundo y sin nada, solamente a contemplar.

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